Según informó el “Times” de Nueva York,
después que el papa Juan Pablo II fue herido por la bala de un terrorista,
“recibió unos 6 litros de sangre, lo cual significa que se reemplazó casi todo
el volumen de sangre que tenía en el cuerpo.” ¿Cuál fue el resultado? El papa
sufrió de una persistente infección causada por un virus —citomegalovirus
(CMV)— lo cual hizo que se prolongara el período de recuperación. Un portavoz
de la Delegación Apostólica de Washington, D.C., admitió: “Según tenemos
entendido, parece que las transfusiones causaron la infección.”
Es posible que Juan Pablo tal vez hubiera
muerto si no hubiera recibido las transfusiones. No obstante, con relación a
esto, ¿no es apropiado el que los cristianos obedezcan aquella parte de la ley
de Dios que la Biblia católica incluye entre las cosas que son “esenciales”
para ellos? Esa parte de la ley dice: “ABSTENERSE de lo sacrificado a los
ídolos, DE LA SANGRE, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis
bien en guardaros de estas cosas.” Una nota al pie de la página en la versión
católica de la “Biblia de Jerusalén” dice: “La sangre era la expresión de la
vida, que sólo pertenece a Dios.” Dado que en tiempos modernos hay varias
medidas que se pueden tomar en vez de usar sangre, el ‘hacer bien’ desde el
punto de vista bíblico, frecuentemente contribuye a la buena salud de los que
se enfrentan a problemas relacionados con la sangre y también deja a dichas
personas con una buena conciencia ante Dios.—Hechos 15:20, 28, 29, “Biblia de
Jerusalén,” Imprimátur: Mauro, Obispo.
‘¿Somos todos
herejes?’
“Entonces, ¿somos todos nosotros herejes?”
Esta es la pregunta que se planteó en una carta publicada en el “Daily
Telegraph” de Londres. El escritor de la carta acababa de señalar a un
“rompecabezas teológico” que resultó de las palabras de uno de los primeros
eclesiásticos cristianos, Justino el mártir: “Si usted se ha topado con algunos
que afirman ser cristianos . . . y dicen que, cuando mueran su alma
irá al cielo, NO SE IMAGINE QUE SON CRISTIANOS.” En respuesta a este
“rompecabezas,” el periódico publicó la siguiente carta de John Dunnett,
profesor superior de teología en Newbold College:
“Puesto que los primeros padres de la Iglesia
basaban sus creencias y enseñanzas en las Sagradas Escrituras, . . .
ellos no estaban bajo ilusión alguna respecto a lo que experimenta el hombre,
aun el cristiano, al morir. Consideraban la muerte como un estado de
inconsciencia, un ‘sueño,’ del cual con el tiempo uno resucitaría. Repetidas
veces se dijo acerca de los reyes del Antiguo Testamento que fueron a descansar
con sus antepasados. El salmista describió la muerte como sigue: ‘Respira por
la última vez, se vuelve al polvo; y en esa misma hora se acaba todo su
pensar.’—Salmo [146:]4 (New English Bible).”
Después de citar otros ejemplos de la “firme
enseñanza bíblica” de una resurrección que sigue al sueño de la muerte, el
teólogo hizo el siguiente comentario: “Por lo tanto no solo Justino el mártir e
Ireneo, sino también Ignacio, Policarpo, Lactancio y otros entre los primeros
padres no podían sostener la enseñanza de que las almas cristianas van al cielo
después de morir.” Entonces, ¿cómo llegó a existir esta enseñanza no bíblica en
la iglesia? El profesor Dunnett responde: “Fue bajo la influencia de la
filosofía platónica . . . que el concepto de la inmortalidad del alma
llegó a infiltrarse mayormente en la Iglesia Cristiana e hizo aceptable la idea
de que las almas van al cielo después de la muerte; pero ésta sigue siendo una
creencia no bíblica.” Por eso, puede decirse que la mayor parte de las personas
que hoy dicen ser cristianas son “herejes” desde el punto de vista
bíblico.—Ezequiel 18:4, 20.
Las iglesias dicen:
‘No prediquen’
Después de dos años de trabajo, el Concilio
Británico de Iglesias (BCC) ha emitido una serie de directivas que, según “The
Guardian” de Londres, advierten en contra del “emplear un método demasiado
evangelista al considerar asuntos con personas de otras fes.” Las directivas,
aprobadas por todas las confesiones principales, declaran: “Un modo de hablar o
escribir que sea específicamente ‘evangelista’ o ‘espiritual’ frecuentemente
puede reforzar conceptos erróneos,” y por lo tanto, debe evitarse.
Claro, la Biblia misma aconseja que se
‘instruya con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos.’ Pero
no se muestra indecisa ni transigente ante el sentido de urgencia que Cristo
infundió en sus seguidores al darles el mandato de ‘hacer discípulos de gente
de todas las naciones . . . enseñándoles a observar todas las cosas
que yo les he mandado.’—2 Timoteo 2:25; Mateo 28:19, 20.
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