domingo, 22 de marzo de 2015

“No por vista”


Pruebas científicas confirmaron que la Sábana Santa de Turín, conocida también como el Santo Sudario, es una falsificación hecha en el siglo XIV. Sin embargo, el periódico The New York Times informó que “se estimuló a los católicos a seguir venerando el sudario como una imagen pictórica de Cristo que todavía puede hacer milagros”. Anastasio Ballestrero, el arzobispo de Turín, declaró: “Debe conservarse el excepcional poder evocador de la imagen de Jesucristo”.
¿Qué significó esto? Significó que aunque la Iglesia reconoció que la imagen de un cuerpo humano con que quedó manchado el sudario no es la de Jesucristo, de todos modos los católicos fieles deben seguir considerándola como si fuera el Cristo y, así, como objeto sagrado. ¿Por qué? Según Adam Otterbein, sacerdote católico romano a cargo de la Corporación del Santo Sudario, reliquias como el sudario ayudan a los creyentes a honrar a la persona a quien representa la imagen.
No sorprende que, a pesar de no ser auténtico, el sudario siga siendo un poderoso símbolo de fe para la Iglesia Católica. The New York Times indicó que “estatuas, pinturas e iconos [...] ocupan lugar de reverencia en la práctica católica”.
¿Apoya la Biblia el uso de imágenes como esas para adorar? ¡No! La Palabra de Dios dice claramente: “Huyan de la idolatría”. (1 Corintios 10:14; compárese con Éxodo 20:4-6.) A los cristianos se les aconseja que adoren a Dios “con espíritu y con verdad”, no con la ayuda de alguna imagen o reliquia. (Juan 4:24.) Apropiadamente, Pablo escribió que los verdaderos cristianos ‘andan por fe, no por vista’. (2 Corintios 5:7.)
Pensamiento erróneo
En armonía con la clara tendencia hacia la relajación de las normas bíblicas entre la gente religiosa, “aumenta la cantidad de teólogos estadounidenses que sostienen que las iglesias cristianas necesitan una revolución sexual”, informó el periódico estadounidense Star Tribune. Este periódico de Minnesota citó las opiniones de autoridades como John Spong, obispo de Newark para la Iglesia Episcopal de América, y James Nelson, perito en ética sexual del Seminario Teológico Unido de New Brighton. El periódico alegaba que esos teólogos, y otros, creían que las iglesias deben “bendecir a las parejas homosexuales en ceremonias eclesiásticas y reconocer que estas personas se han comprometido en una relación amorosa y moral; [...] ofrecer a adultos jóvenes comprometidos la bendición de la iglesia si viven juntos en una relación amorosa que ambos reconozcan, aunque no estén casados”; y deben “consentir cuando adultos maduros llevan una vida sexual activa de manera responsable, aunque no estén casados el uno con el otro”. ¿Por qué creyeron esos teólogos que se necesitaban tales cambios? Spong afirmaba que si no se bendecían esas uniones “estaremos dando nuestro consentimiento a una vida de promiscuidad sexual”.
Sin embargo, lo que no vió Spong y otros es que la bendición misma de las iglesias a esas uniones es lo que demuestra que las iglesias consienten con tal “vida de promiscuidad sexual”. La Palabra de Dios es específica. “Ni fornicadores, [...] ni adúlteros, [...] ni hombres que se acuestan con hombres [...] heredarán el reino de Dios.” A los seguidores de Cristo no solo se les manda que “cesen de mezclarse en la compañía” de esas personas, sino que también se les dice que “remuevan al hombre inicuo” de entre sí. (1 Corintios 5:11, 13; 6:9-11.)
La necesidad principal
El informe estadístico del Consejo Federal de la Iglesia Libre de Gran Bretaña reveló otra disminución en la cantidad de miembros de sus 15 organizaciones religiosas afiliadas. La cantidad de miembros bajó a menos de un millón, informó el periódico Church Times, de la Iglesia Anglicana. ¿Qué razón hubo para esto? Aunque las iglesias hablan de su compromiso con “la gran mayoría [...] cuya necesidad principal es la redención”, el artículo indicó que “las Iglesias Libres han seguido dedicando demasiado tiempo y energía a [...] actividades sociales”. Según el Church Times, “si las Iglesias están en decadencia, no es porque sus ventas benéficas anuales sean un fracaso o no se patrocinen las obras de sus sociedades dramáticas; es porque no han tomado suficientemente en serio su ministerio de redención”.
Los líderes religiosos de los días de Jesús tampoco tomaron a pecho el ministerio que efectuaban. Fue propio que Jesús los reprendiera por haber ‘invalidado la palabra de Dios’ mediante sus tradiciones. Dijo que eran hipócritas, que ‘honraban a Dios con los labios aunque su corazón estaba muy alejado de él’. (Marcos 7:6, 7, 13.)
Sin embargo, los verdaderos ministros de Jehová Dios están dedicados “al ministerio de la palabra”. Toman en serio el mandato de Jesús de ‘hacer discípulos’, y siguen el ejemplo de los apóstoles, quienes “continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo”. Para los verdaderos cristianos, esta obra es de suma importancia. (Hechos 5:42; 6:4; Mateo 28:19, 20.)


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