viernes, 27 de marzo de 2015

Los Santos del Último Día en el mundo actual


“Si el mormonismo continúa creciendo en los Estados Unidos al paso actual —calculó recientemente un estadístico mormón— y si la población estadounidense continúa aumentando al paso actual, entonces dentro de 150 años, cuando el mormonismo celebre su tricentenario, todos los ciudadanos de la nación serán mormones.”
Aunque esta declaración no se hizo con la intención de que se tomara muy en serio, no obstante, encierra las características del movimiento mormón... el optimismo, la agresividad, la prosperidad y el crecimiento.
Tendencias modernas
Cuando Joseph Smith, hijo, estableció formalmente la Iglesia Mormona, el 6 de abril de 1830, en el interior del estado de Nueva York, solo había seis miembros. Hoy día la Iglesia Mormona de Utah (E.U.A.), conocida oficialmente como la Iglesia de Jesucristo de los santos del último día, que es, por mucho, la más grande entre diversos grupos de mormones, presume de tener 4.700.000 miembros en 75 países.
Muchas personas probablemente asocian el mormonismo con hombres jóvenes de aspecto sano y de apariencia seria que van de dos en dos a los hogares procurando convertir a las personas. De hecho, se dice que los 30.000 misioneros mormones, mayormente varones entre las edades de 19 y 20 años que sirven su cuota de dos años en los Estados Unidos y otras partes del mundo, bautizan a 200.000 nuevos conversos todos los años. Por eso, la Iglesia Mormona de Utah afirma ser una de las religiones que más rápidamente está creciendo hoy día.
Los atractivos
En un artículo sobre la obra misional de los mormones, la revista Newsweek dice que para los nuevos conversos el mormonismo promete una red de amistades atentas, una doctrina de la familia eterna y un profeta vivo que les proporciona seguridad en la vida. Ciertamente en la sociedad actual, que cambia rápidamente, la familia y las amistades, como también la seguridad religiosa y la oportunidad de mejorarse, son muy atrayentes y deseables. En este sentido, el mormonismo parece tener mucho que ofrecer.
Cada congregación mormona, que equivale a una parroquia o diócesis, auspicia con regularidad juegos de pelota, excursiones, fiestas, bailes y otras actividades en las que participan grupos de personas de diferentes edades. Se anima a las familias a dedicar el lunes por la noche —Noches en el Hogar con la Familia— a estar juntos para estudiar, recrearse y participar en otras actividades de familia. La iglesia también opera su propio sistema de asistencia social para ayudar a compañeros mormones que estén pasándola mal. Dichos programas, junto con una impresionante lista de celebridades, como el ex gobernador George Romney, los cantantes de la familia Osmond, el columnista Jack Anderson y otras personas que están en las filas de ellos, no solo ofrecen algo sumamente atractivo a los conversos en perspectiva, sino que también contribuyen a que los miembros que estén descontentos con la iglesia lo piensen dos veces antes de abandonarla.
“No todo marcha bien en Sión”
El impresionante aumento en la cantidad de miembros, la prosperidad material, las familias amorosas, la pureza moral, una buena posición social y la respetabilidad pudieran contribuir a un cuadro atractivo e ideal del mormonismo. Pero los “obispos y otros funcionarios eclesiásticos que dedican mucho tiempo a dar consejo están muy conscientes de que ‘no todo marcha bien en Sión’”, escribió Leonard Arrington, historiador de la Iglesia Mormona.
Por ejemplo, en Utah, donde la Iglesia Mormona afirma que sus miembros constituyen el 70 por 100 de la población, los registros del gobierno indican que la proporción de divorcios es más alta que la proporción nacional, y que de cada 10 madres adolescentes, 7 conciben su primer hijo sin estar casadas. Todos los programas religiosos y sociales de la iglesia han resultado en muy pocas, o ningunas, ventajas verdaderas para sus miembros. Por el contrario, el tiempo, el esfuerzo y las finanzas que tales programas exigen de los miembros solo añaden a la frustración, decepción y depresión que ellos sienten. Como resultado de esto, la proporción de suicidios en Utah, tanto entre los adultos como entre los adolescentes, es también más alta que el promedio nacional, y la cantidad de tranquilizantes y estimulantes, entre otras drogas, que los mormones consumen excede por mucho a la cantidad que consume la población en general.
Otra causa de preocupación entre los líderes de la iglesia es que en años recientes ha ido aumentando la cantidad de miembros inactivos. De acuerdo con Arrington, “20 a 30 por 100 de los que pertenecen a congregaciones estadounidenses que adoptan una posición intermedia o tibia no asisten en absoluto” [a los servicios de la iglesia], y en las congregaciones que están alejadas del centro, “las personas descontentas que no asisten pudieran constituir hasta 50 por 100 de los miembros”. No obstante, éstas están incluidas entre los millones de miembros que la iglesia informa tener.
La teología que hay tras la iglesia
Tal vez parezca extraño que los problemas más apremiantes del mormonismo tengan que ver con los rasgos de la secta que constituyen su mayor atractivo... la familia, los jóvenes, programas eclesiásticos sólidos y así por el estilo. En realidad esta paradoja es el resultado del concepto único y extraño del mormonismo en cuanto a la naturaleza de Dios y del hombre.
‘Dios Mismo —explicó Joseph Smith— era en un tiempo como nosotros somos ahora, y es un hombre ensalzado que se sienta entronizado allá en los cielos.’ Para los mormones, Dios es un hombre glorificado y perfecto. Tiene un cuerpo de carne y hueso, pero sin sangre, en el que mora un espíritu eterno.
‘Todos los hombres y todas las mujeres son [...] literalmente hijos e hijas de la Deidad’, escribió Joseph F. Smith, sobrino de Joseph, hijo, y presidente de la iglesia desde 1901 hasta 1918. ‘El hombre, como espíritu, fue engendrado y nació de padres celestiales, y, antes de venir a la Tierra en un cuerpo temporal, fue criado en las mansiones eternas del Padre hasta alcanzar la madurez.’
Por eso, de acuerdo con la teología mormona, todos los seres humanos existieron como seres de espíritu en el cielo antes de venir a la Tierra. Vienen a la Tierra para ser probados, y, si tienen éxito, son ensalzados, de modo que ellos mismos finalmente llegan a ser dioses que tienen sus propios mundos. Por eso los mormones creen que existe no solo un dios, sino muchos dioses, cada uno de los cuales gobierna su propio mundo. Brigham Young, segundo presidente de la iglesia, dijo en cierta ocasión: “Cuántos dioses hay, no lo sé. Pero nunca ha habido un tiempo en que no haya habido dioses ni mundos, ni en que los hombres no hayan estado pasando por los mismos sufrimientos por los que nosotros estamos pasando”.
Estas creencias explican por qué se da tanta importancia al matrimonio y a la familia. Se considera que es un deber que los mormones fieles se casen y tengan cuantos hijos puedan mantener con el fin de suministrar cuerpos físicos para que otros espíritus vengan a la Tierra. Es preciso que el matrimonio de ellos y su familia sean sellados en el templo “por tiempo y eternidad” para que puedan llegar a ser padres celestiales y produzcan hijos de espíritu. Obviamente están ligados con este concepto los matrimonios múltiples, o la poligamia, que en un tiempo practicaban abiertamente los miembros de la iglesia.
También se hace patente por qué los mormones se caracterizan por ser trabajadores arduos y personas que se esfuerzan por alcanzar sus metas, sea que éstas se relacionen con la educación, la política o los negocios. Todo es parte del procedimiento de progresar eternamente hacia el reino celestial.
Base de la creencia
Está claro que, para apoyar dicha teología, se necesita mucho más que la Biblia. Por eso el octavo de los Artículos de Fe de los Mormones dice: “Creemos que la Biblia es la palabra de Dios siempre y cuando se traduzca correctamente”. Por otro lado, Joseph Smith dijo que el Libro del Mormón es el “libro más correcto de la Tierra, y la piedra angular de nuestra religión, y que el hombre se acercaría más a Dios si se apegara a los preceptos de éste, más bien que a los de cualquier otro libro”. Sin embargo, el Libro del Mormón es en sí una traducción. Joseph Smith alegó que lo tradujo de inscripciones “egipcias reformadas” que estaban en tablas de oro (que desaparecieron hace muchísimo tiempo), las cuales recibió del ángel Moroni, al usar el “Urim y Tummim”, un par de anteojos especiales. Es interesante que a este “libro más correcto de la Tierra” se le han hecho más de 2.000 cambios textuales desde que se publicó por primera vez en 1830, y contiene unas 27.000 palabras —la décima parte del libro— citadas palabra por palabra, o ligeramente modificadas, de la Biblia del Rey Jaime, incluso algunos de los errores de traducción de ésta.
Hay otros dos libros que también se consideran como obras clásicas de la iglesia: Libro de la doctrina y de las alianzas y Perla de gran precio. En estos libros, que contienen otras “revelaciones” y traducciones, Smith desarrolló el complicado sistema de la teología mormona, incluso doctrinas que no están en el Libro del Mormón, tales como la multiplicidad de dioses, la poligamia, la maldición de la raza negra, el bautismo de los muertos y una serie de otras doctrinas.
Los mormones también creen en la revelación continua... los cielos no están cerrados para ellos. El presidente de la iglesia, como profeta, vidente y revelador, recibe directamente de Dios comunicaciones o respuestas a preguntas de actualidad. El 9 de junio de 1978 el presidente Spencer W. Kimball proclamó la reciente “revelación” de que todos los varones dignos que pertenecieran a la Iglesia fueran ordenados para el sacerdocio, prescindiendo de la raza o el color de la piel. Eso puso fin a la creciente tensión racial que había dentro de la iglesia debido a que los negros, quienes hasta entonces habían sido excluidos del sacerdocio, nunca antes habían tenido la oportunidad de alcanzar el reino celestial, según la enseñanza mormona.
Religión que se complace a sí misma
A los mormones les complace citar las palabras de Lorenzo Snow, su quinto presidente, las cuales dicen que ‘tal como el hombre es, Dios era, y tal como Dios es, el hombre puede llegar a ser’. Al adoptar este punto de vista, ponen la exaltación y la glorificación personal por encima de la santificación del nombre de Dios y del hacer la voluntad de él, a diferencia del ejemplo que dejó Jesucristo (Mateo 6:9; Juan 5:30). A lo más, lo que despliegan es una ilusión egoísta y de autocomplacencia.
Jesús enseñó a sus discípulos a orar a Dios así: “Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). Hoy día, los testigos de Jehová de todo el mundo dirigen la atención de la gente al Reino de Dios como el único medio de restaurar la paz y la armonía. Anhelan el tiempo en que, bajo la gobernación del Reino Mesiánico, se restaurará el Paraíso en la Tierra, y “la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:4.)


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